Los diseñadores son serviciales por naturaleza

Los diseñadores auténticos y honestos son, por naturaleza, profundamente serviciales.
Siempre hemos sentido esa necesidad de no incomodar, de agradar, de profundizar. Queremos comprender a las personas para evaluar cuán útil podría ser nuestra energía.

Cuando nos sentimos útiles en una relación —ya sea de pareja o de amistad—, personalmente nos sentimos más a gusto. Eso significa que hay propósito, evolución y la satisfacción de poder contribuir de manera positiva. Cada vínculo es un aprendizaje y un reflejo de cómo podemos mejorar y pulirnos.

Quienes deciden ser diseñadores de interiores desde una intención sincera, lo hacen porque sienten una fuerte necesidad de servir.
La diferencia con otras disciplinas es que el interiorismo lo hace a través de los espacios.

Tenemos la capacidad de imaginar atmósferas completas: colores, texturas, arte, piezas únicas. Por eso, al empatizar con alguien, podemos visualizar el entorno ideal para esa persona. Entender su día a día, sus hábitos, su forma de pensar, las personas que lo rodean, su propósito, sus actividades, etc., nos brinda todas las pistas necesarias para traducirlo en algo visual y tangible.

Así logramos que esa persona fluya en su entorno y se sienta tan cómoda, que pueda manifestar su mejor versión.

¡Y qué ganas tenemos de vivir en un mundo donde cada uno sea su mejor versión!

Esto no significa que vamos a resolver todos sus problemas o facilitar el camino hacia su iluminación personal. Pero, sin duda, es un gran paso sentirse bien en el espacio más íntimo: tu casa, tu apartamento, tu refugio.

Ese lugar donde te recoges, sueltas las cargas del exterior y simplemente te encuentras contigo —o con lo que hayas decidido que eres tú.

Echar raíces de manera terrenal y material es, definitivamente, un avance en tu desarrollo personal, tu éxito y, lo más importante: tu tranquilidad.

Porque sin tranquilidad y sin comodidad interna, ¡no hay éxito!

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